En los años 80 éramos jóvenes y mejores. Entonces un Murcia Leganés era una eliminatoria fácil en la Copa del Rey entre un equipo de primera que era el rey de Segunda y un recién llegado a segunda B que venía de tercera.
Los años han pasado. Tenemos más kilos y menos pelo. Una casa más grande, muchas más deudas y ahora nosotros jugamos en Segunda B y el Leganés en Primera.
La derrota era lógica ante un equipo de superior categoría pero, pese al abultado marcador, nadie puede ponerle un pero a un equipo que se ganó el derecho a disputar la Copa del Rey conquistando la Copa Federación y que venía de eliminar al Racing de Santander.
No entiendo los pitos de una parte del público ni a los desertores que abandonaron el barco en el minuto ochenta para librarse del atasco. No me representan. Me quedo con los jugadores y con los aficionados que apoyaron a los nuestros hasta el final. Los mismos que impedirán con el cambio de estatutos que el Murcia caiga en manos de "salvadores" que aumenten su deuda y lo desciendan de categoría.
Como en los años 80, el Murcia volverá a ser de los murcianistas.
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